Descripción
José Suárez Orellana no debió de ser, en su época, un caso único en cuanto a vivencias y actitud, pero sí lo es su afán pedagógico y su compromiso con el futuro y con el ser humano. Sabedor de que ha sido testigo y protagonista de acontecimientos dramáticos y de experiencias que podrían haber sido regeneradoras, quiere dejar constancia de su vida, de los lugares que conoció, de las ideologías y los comportamientos, de las penurias y las alegrías, de la miseria de algunos y la nobleza de otros, todo ello en el marco insoslayable de la Segunda República, la Guerra Civil y el franquismo, es decir, de la historia de España en el siglo XX.
Su testimonio, como es lógico, se detiene más en las etapas y los asuntos que constituyen el eje de su ideario y en lo que considera que puede mejorar la vida de la gente. Así, si sufre con la división del movimiento obrero es porque vislumbra una sociedad más justa, si insiste en la bondad de la Reforma Agraria es porque sabe que hay quien siempre gana a costa de que otros siempre pierdan, y si le irrita el papel represivo y corrupto del nacionalcatolicismo y de la religión es porque está convencido de que todo ello hace sufrir a la gente.
Por otra parte, es un hombre arraigado en un espacio concreto: Casas Viejas parece el centro del mundo, pero no por ello deja de sentirse habitante de Las Algámitas, de Malcocinado, de Madrid, de Valencia, de Villarreal, de Los Barrios y de Sevilla. El mundo y la humanidad son sus asuntos. Y con ese espíritu alumbra unas memorias tan asombrosas por la atención al detalle como deslumbrantes por una manera de contar cercana, sí, pero también refinada en su escritura. El reconocimiento de la educación y la formación como herramienta transformadora y el anhelo de saber y aprender de «un inculto cultivado» llevan a Suárez a confeccionar un texto de calidad, seguramente con no poco esfuerzo, con la intención y el deseo de que sirva para que otros aprendan. Puede que haya inexactitudes, pero lo que prevalece en cada palabra de estas memorias es la sinceridad y la honradez de un hombre íntegro, generoso y cabal.
José Suárez Orellana (Las Algámitas, 1893 - Sevilla, 1986), socialista, anticlerical, antianarquista, fue alcalde pedáneo de Casas Viejas (1931) y concejal en el Ayuntamiento de Medina Sidonia (1931‑1934 y 1936) por el PSOE durante la Segunda República.
En 1933, fue testigo de los sucesos de Casas Viejas. Ese año, el Instituto de Reforma Agraria (IRA), con sede en Jerez, le encomendó la tarea de organizar en Malcocinado una comunidad de campesinos que sirviera de modelo a otras que se iban a constituir en la provincia gaditana. A partir de esa primera, puso en funcionamiento siete comunidades más y le encargaron supervisar la marcha de otras tantas por toda la provincia.
En su actividad política destacó por sus enfrentamientos con el PRR, la CNT y el Ayuntamiento de Medina, por su papel de mediador en los conflictos (sobre todo entre campesinos y propietarios), por denunciar a grandes terratenientes y nobles, y por encararse con los comunistas llegados de Cádiz para quemar la iglesia de Casas Viejas en 1936.
Al principio de la Guerra Civil, la Falange de Medina fue a por él y huyó a zona republicana hasta llegar a Málaga capital. Su éxodo lo condujo a Madrid, Valencia y Villarreal; en ese periodo trabajó para la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra (FNTT). El fin de la guerra lo halló en el puerto de Alicante, donde lo apresaron, como a miles de españoles que esperaban los barcos ingleses y franceses para ponerse a salvo. Durante ocho meses pasó por distintos campos de concentración y en noviembre de 1939 fue liberado. Volvió a Madrid y, finalmente, en diciembre, a Casas Viejas. Días después lo detuvieron de nuevo y lo encarcelaron en Medina Sidonia, donde permaneció hasta que en mayo de 1940 se celebró el consejo de guerra en el que lo juzgaron, acusado de «delito de auxilio a la rebelión».
Una vez absuelto y puesto en libertad, le tocó vivir una dura posguerra: se buscó la vida en la corcha y el carboneo en Las Algámitas, montó un bar en Los Barrios y fue taxista y corredor de fincas en Benalup de Sidonia. En 1949, preocupado por el futuro de su mujer y sus cuatro hijos, emigró a Sevilla, donde se estableció a duras penas y trabajó como corredor de pisos.
José Suárez escribió estas memorias entre 1977 y 1981, y trató de que se las publicasen en vida. Después de algún intento, posterior a su muerte, ven la luz casi cuarenta años después. En ellas se aprecia a alguien impregnado por la justicia social e interesado por la cultura y la educación.
Edición de Salustiano Gutiérrez Baena (Íllora, 1962 – Benalup - Casas Viejas, 2020), licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Granada y profesor desde 1992 del IES Casas Viejas, que dirigió entre 1996 y 2008.
En su labor docente, coordinó con José González Benítez numerosas exposiciones sobre la localidad, así como la edición del volumen colectivo La tierra. Historia de Benalup - Casas Viejas en el siglo XX a través de la fotografía (IES Casas Viejas, 2006).
En 2004 contactó con la familia de Jerome Mintz, autor de Los anarquistas de Casas Viejas. Desde entonces, se dedicó a rescatar y difundir gran parte de la obra desconocida del antropólogo americano. Fruto de esa fascinación por su legado es la edición crítica, elaborada junto con González Benítez, del libro de Mintz Las coplas de Carnaval y la sociedad gaditana. Crítica, sexualidad y creatividad en Andalucía (Brezo y Castañuela, 2008), inédito en español. Fue miembro fundador de la asociación Amigos de Mintz (2010), dedicada a organizar actividades en torno al trabajo de este autor. En julio de 2019 se incorporó a la Fundación Casas Viejas 1933.
Ha publicado en libros y revistas numerosos artículos relacionados con la historia local y, junto con González Benítez, coordinó el volumen Viaje por el problema agrario. La Janda (1882‑1982) (Brezo y Castañuela, 2007). Desde mayo de 2019 mantenía una colaboración mensual con el medio digital Portal de Andalucía.
Es autor del blog Desde la historia de Casas Viejas, en el que publicó una entrada diaria desde octubre de 2007, y de los libros Itinerarios por Casas Viejas (2009) y Los sucesos de Casas Viejas: crónica de una derrota (Beceuve, 2017).
En marzo de 2020, el Ayuntamiento de Benalup - Casas Viejas le concedió la Medalla Honorífica de la localidad «por la recuperación y puesta en valor de nuestra historia y nuestros orígenes».